Sobre el verso y la rima
«Ahora bien, aquello que determina a todas las cosas es el número. Y el número propio de la forma de la expresión es el ritmo, del que también los metros son divisiones. Por eso el discurso debe tener ritmo, aunque no tenga metro, pues entonces sería un poema.» [Aristóteles: Retórica. Madrid: Editorial Gredos, 2000, p. 385.] «Todo esto no exige tanto cuidado y esmero como el que han de usar los poetas, a quienes obliga la necesidad y el mismo número y ritmo a incluir de tal manera las palabras en el verso, que nada haya más breve ni más largo que lo necesario, sin que se les permita añadir ni quitar una sola sílaba. La prosa es más libre y suelta, […].» [Cicerón: El orador.] «¿Qué razón hay para que me llamen poeta, si no puedo ni sé guardar las propiedades señaladas a cada especie de verso, ni la variedad de estilo, según las diferencias de cada poema?» [Horacio: Epístola a los pisones. (En línea)] «Aunque el ritmo y el metro se componen de pies, sin embargo, no es poco en lo que se diferencian; porque los ritmos, esto es, los números, constan de espacios de tiempo, los metros también de orden; y, por lo tanto, lo uno parece de cantidad, lo otro de calidad.» [M. F. Quintiliano: Instituciones oratorias. Madrid: Imprenta de Perlado Páez y compañía, 1916, 2 vols., p. 126.] «Por que todo aquello que dezimos, o está atado debaxo de ciertas leies, lo cual llamamos verso; o está suelto dellas, lo cual llamamos prosa; veamos agora qué es aquello que mide el verso et lo tiene dentro de ciertos fines, no dexándolo vagar por inciertas maneras.» [A. de Nebrija: Gramática de la lengua Castellana. (En línea)] «Passo, dixo aqui Fad. no tãtas injurias a los metros, que (aunque yo en mi vida no los hize) soy muy abogado dellos, y deuen tener su lugar en la Poetica. Confiesso, que en alguna manera repugnan a la forma de la Poesia, que es la imitacion, pero pugna mucho en fauor del fin della, que es deleyte para la enseñança: porque la Poetica desseando deleytar busca el deleyte, no solo en la cosa, mas en la palabra; y no solo en esta, mas en el numero de las silabas cierto y determinado, al qual dizen metro. Assi que por la causa final (que es el delyte) pierde la formal en cierta manera, q~ es la imitacion. Y esto da a entender el Philosopho, diciendo, que el poeta mas lo es por la fabula y la imitaciõ, que no por el metro, adonde significa, que el metro tiene alguna parte en la poetica, aunque no en la imitacion. No es forçoso el metro al poema, mas es vna cosa que atauia y orna mucho a esta dama, dicha poesia, y anda con ella tan acompañada, y tanto tiempo que la amistad se ha vuelto en parentesco; y es cierto, que alomenos algunas especies de poetica no saben estar sin el; y no me pareciera mal, que a la imitacion con metro llamassen poesia perfecta; y a la imitacion sin metro, y al metro sin imitacion poesias imperfectas. […] Y porque el metro se sugeta en la lengya y oracion, podremos dezir que el metro es vna oracion numerosa.» [A. López Pinciano: Philosophia antigva poetica. Madrid, por Thomas Iunti, MDXCVI, p. 108-109, 282.] «Il Metro, voce trasportata dal greco, significa nel suo più largo senso Misura: ma specialmente quella composta di varj piedi, dalla quale risulta la diversità de' versi fra loro: come quella dell'esametro dal pentametro, o da qualunque altro verso: e d'onde nasce l'interna musica, che distingue la poesía dalla prosa.» [P. Metastasio: Estratto della poetica d'Aristotile e considerazioni su la medesima.. Parigi: Presso la Vedova Herissant, M. DCCL. XXXII, p. 15.] «Porque el verso, que es objeto, y fin del Arte Poetica, se cõpone de silabas largas y breues: para entender su naturaleza, es necessario explicar primero que cosa sea silaba larga, y silaba breue. [...] Para conocer la longitud, ò breuedad de las silabas no seran menester muchas reglas, sino vna sola clara, y facil à todos; esta es el acento que cada diccion tiene, por el qual como por señal cierta sacarèmos la cantidad.» «Verso es vna oracion atada, y obligada siempre a cierto numero, y cantidad de silabas.» [I. Díaz Rengifo: Arte poética española con vna fertilissima Silua de Consonantes Comunes, Propios, Esdruxulos y Reflexos, y vn diuino Estimulo del amor de Dios.. Madrid: Imprenta Francisco Martinez, 1644, p. 10, 11-12.] «Esto supuesto, digo, que de las mismas fuentes de donde deriva la harmonia de las cuerdas, y de las voces, procede, si yo no me engaño, la harmonia de los versos. [...] Y esta consonancia, ò dissonancia, ò sea esta variedad de sones gratos, y suaves, ò asperos, y desapacibles, procede de la commensurabilidad, ò incommensurabilidad. Esto supuesto, digo, que de las mismas fuentes de donde deriva la harmonia de las cuerdas, y de las voces, procede, si yo no me engaño, la harmonia de los versos. [...] Y esta consonancia, ò dissonancia, ò sea esta variedad de sones gratos, y suaves, ò asperos, y desapacibles, procede de la commensurabilidad, ò incommensurabilidad de las vibraciones de un cuerpo sonoro respecto de otro. de las vibraciones de un cuerpo sonoro respecto de otro. [...]: la harmonia Poetica es producida de la igualdad de Pies en los tiempos, y en el compàs. [...] Este es en conclusion todo el fundamento, y toda la razon de la harmonia Poetica, que consiste en la igualdad de los pies en los tiempos, y en el compàs. De suerte, que el ser los pies entre sí mas, ò menos iguales, serà causa de mayor, ò menor harmonia en un verso.» [I. de Luzán: La poetica ó reglas de la poesia en general y de svs principales especies.. Zaragoza: Por Francisco Revialla, 1737, p. 246, 249.] »Den Reim lasse ich unsrer Poesie nicht nehmen; vielmehr zeigt der bemerkte Ursprung desselben zugleich auch seine glücklichste Anwendung. Er gehört: 1. Für Kirchen- und andre Volkslieder. Umsonst führten ihn nicht die heiligen Väter von Ambrosius an in ihre Chöre und Hymnen ein. Der gute Prudentius ging ihm noch aus dem Wege; Sedulius, Fortunatus u.f. gebrauchen ihn schon häufig, ohne ihn von den Arabern gelernt zu haben. Sie wußten, was fürs Volk gehöre. Zuletzt ward er insonderheit in den lateinischen Liebesgesängen so überfließend gebraucht, als ihn wohl kein Araber gebraucht hat. 2. Denksprüche fürs Volk klingen in Reimen prächtig! Daher die Macht unsrer gereimten Sprüchwörter, unsrer alten Oden und Alexandriner. Ein berühmter Dichter hat von einem ungezwungenen Reim gesagt: ›Er stützt und hebt die Harmonie und leimt die Rede ins Gedächtnis.‹ Dies ist wahr. Wohlgereimte Sentenzen sind Machtsprüche; sie tragen im Reim das Siegel der ewigen Wahrheit. Von Anfange der Welt an hat man Rätsel und Denksprüche gereimet. 3. Lebhafte Antworten sind für den Reim, nicht nur in Arabien, sondern bei allen Völkern. Vom französischen Theater werden Sie sich solcher unerwarteten Ausgänge gnug erinnern, aus Epigrammen, wohin sie eigentlicher gehören, noch mehrere. Es ist ein Fehler des Versifikators, wenn er, um einen glücklichen Reim zu erhaschen, fünf unglückliche vorhergehn oder folgen läßt; ein solcher ist kein Haretsch Ben Helza, der auch im Staatsrat seines Königes sein Votum für den Krieg in donnernden Reimen hinstellte. 4. Es gibt mehrere Gattungen angenehmer Konversationspoesie, die ohne Reimen nichts sind. Der gesuchte sowie der ungesuchte, der versteckte sowie der klingende Reim sind in ihnen kunstmäßig geordnet. Man sollte sie Arabesken nennen; denn eben auch den Arabern galt der Reim für ein Siegel des vollendetsten Ausdrucks. 5. Endlich müssen Sie der Gewohnheit nachgeben und Sprachen sowohl als Dichtern erlauben, sich auf ihre Art zu vergnügen. Diesem Dichter ist der Reim ein Steuer, jenem ein Ruder der Rede; ohne ihn litte jenes poetische Fahrzeug Schiffbruch, dieses strandete auf dem niedrigsten Sande. Einem andern Versifikator ist er noch etwas Werteres, ein Erwerbmittel der Gedanken; […]« [J. G. Herder: Briefe zur Beförderung der Humanität] »Wie nun in der musikalischen Deklamation der Rhythmus und die Melodie den Charakter des Inhalts in sich aufnehmen und demselben angemessen sein müssen, so ist auch die Versifikation eine Musik, welche, obgleich in entfernter Weise, doch schon jene dunkle, aber zugleich bestimmte Richtung des Ganges und Charakters der Vorstellungen in sich widertönen läßt. […] so sind es vornehmlich zwei Systeme, deren Unterschied voneinander wir zu beleuchten haben. […] Das erste ist die rhythmische Versifikation, welche auf der bestimmten Länge und Kürze der Wortsilben sowie auf deren mannigfach figurierter Zusammenstellung und zeitlichen Fortbewegungen beruht. Die zweite Seite dagegen macht das Herausheben des Klangs als solchen aus, sowohl in Rücksicht auf einzelne Buchstaben, Konsonanten oder Vokale, als auch in Ansehung ganzer Silben und Wörter, deren Figuration teils nach dem Gesetze gleichmäßiger Wiederholung des gleichen oder ähnlichen Klanges, teils nach der Regel symmetrischer Abwechslung geordnet wird. Hierher gehören die Alliteration, die Assonanz und der Reim.« [F. Hegel: Vorlesungen über die Ästhetik] «El metro, en la lengua castellana, es el razonamiento dividido en tiempos iguales por medio de un orden fijo de acentos, pausas y rimas, con el objeto de agradar al oído. Los acentos y pausas son de necesidad absoluta; la rima falta a veces.La distribución regular de los acentos da a cada especie de verso cierto aire y marcha característica, que se llama ritmo. Esta palabra tiene dos sentidos, uno general y otro específico.Ritmo, en su sentido general, significa una simetría de tiempos, señalada por accidentes perceptibles al oído. De cualquier modo que se forme esta simetría o con cualesquiera accidentes que se haga sensible, no puede haber sistema alguno de versificación sin ella. Ritmo en esta acepción es lo mismo que metro. Pero en un sentido específico (que es en el que vamos a considerarlo) el ritmo es la división del verso en partecillas de una duración fija, señaladas por algún accidente perceptible al oído. En castellano (y según creo, en todas las lenguas de la Europa moderna), este accidente es el acento. Los acentos que hacen este oficio en el verso, se llaman rítmicos.»[A. Bello: Estudios filológicos I. Principios de la ortología y métrica de la lengua castellana y otros escritos. Caracas: Fundación La Casa de Bello, 1981, p. 11, 46, 127, 139-140.] »Das Zeichen, woran man am unmittelbarsten den echten Dichter sowohl höherer als niederer Gattung erkennt, ist die Ungezwungenheit seiner Reime. Sie haben sich wie durch göttliche Schickung von selbst eingefunden. Seine Gedanken kommen ihm schon in Reimen. Der heimliche Prosaiker hingegen sucht zum Gedanken den Reim, der Pfuscher zum Reim den Gedanken. […] Könnten wir in die geheime Werkstätte der Poeten sehen, so würden wir zehnmal öfter finden, daß der Gedanke zum Reim, als daß der Reim zum Gedanken gesucht wird: Und selbst in letzterem Falle geht es nicht leicht ohne Nachgiebigkeit von seiten des Gedankens ab.« [A. Schopenhauer: Die Welt als Wille und Vorstellung – II] (Sobre la rima) «[...] extraordinaire parce qu'elle ne fait qu'un avec l'alexandrin qui, dans ses poses et la multiplicité de son jeu, semble par elle dévoré tout entier comme si cette fulgurante cause de délice y triomphait jusqu' à l'initiale syllabe. [...] ne produirait de preuve à se tenir dans un équilibre momentané et double à la façon du vol, identité de deux fragments constitutifs remémorée extérieurement par une parité dans la consonance.» [S. Mallarmé: Solennité, O.c., p. 332-333] (Sobre el verso) «[...] [le vers:] lui, philosophiquement rémunère le défaut des langues, complément supérieur. [...] de plusieurs vocables refait un mot total, neuf, étranger à la langue» (S. Mallarmé: Avant-Dire) «[...] [le vers:] un mot parfait, vaste, natif» [S. Mallarmé: Villiers de l'Isle-Adam] «[...] jusqu' à une transfiguration en le terme surnaturel, qu'est le vers [...] le vers va s'émouvoir de quelque balancement, terrible et suave, como l'orchestre, aile tendue […] [Le Parnasse instaura] le vers enoncé seul sans participation d'un souffle préalable chez le lecteur ou mû par la vertu de la place et de la dimension des mots» [S. Mallarmé: La Musique et les Lettres] «[...] virtuelle traînée de feux sur des pierreries [remplaçant ] la respiration perceptible en l'ancien souffle lyrique ou la direction personnelle enthousiaste de la phrase» [S. Mallarmé: Crise de Vers] «[...] le Vers! [...] le numérateur divin de notre apothéose [...] suprême moule» [S. Mallarmé: Solennité] (Verso libre = prosa calada) «Maintenant, pour la notation émotionnelle proportionnée, je la goûte absolument, mais en tant qu'une prose, délicate, nue, ajourée» [S. Mallarmé: Lettre à Charles Bonnier, Paris, Mars 1893.] «La inclinación a evidenciar los grupos rítmicos ha iluminado la esencia específica del verso que consiste en la subordinación del principio unificador de una serie al principio unificador de otra. El verso se ha revelado en este sentido como sistema no de asociación, sino de interacción compleja; metafóricamente hablando, se ha revelado como lucha y no como colaboración de factores diversos. Vemos con claridad que el plus específico de la poesía se ubica en el ámbito de esta interacción, en cuya base están asentados el significado constructivo del ritmo y la función deformante que éste ejerce en la comparación con los factores de otra serie. […] Ya Meyman distingue dos tendencias contrastantes de dicción poética, cada una basada sobre un criterio distinto de agrupación, y por ende sobre un objeto distinto: En la declamación poética existen dos tendencias; a veces se oponen, otras veces concuerdan entre sí; en ocasiones cada una reivindica para sí la creación del efecto rítmico. Yo las definiría como tendencia ritmante (taktierende Tendenz), y tendencia fraseante, agrupativa (gruppierende, phrasierende Tendenz). En la primera se manifiesta en sustancia una exigencia (Bedürfniss) rítmica, por la que nuestras sensaciones se fundan sobre las convenciones del orden rítmico, sobre la igualdad de los intervalos entre los momentos rítmicos principales. En la segunda, la fraseante, emerge en cambio un absoluto interés por el contenido. Y como el recitado, dado su movimiento, no admite una completa esquematización de su curso, la dicción basada en el sentido nos obliga a una continua infracción del principio rítmico. La tendencia contraria a la declamación como revelación del verso tuvo su papel propio para definir la construcción específica de éste, aunque fuese en términos negativos. El fraseo lógico puro, al no coincidir con el fraseo rítmico, planteaba de inmediato e1 problema de las funciones del ritmo. Si se parte de esta base, el elemento rítmico resultará forzosamente superfluo, limitativo y perturbador. La poesía se transforma en una prosa inferior y la (raison d'être) del verso se hace dudosa. Con el fraseo lógico el enjambement, por ejemplo, dejaba de existir no sólo como procedimiento rítmico, sino también en general. La tendencia a subrayar únicamente los grupos lógicos destruye el concepto mismo de enjambement como no coincidencia de los grupos rítmicos con los grupos sintáctico-lógicos. Pero, teda vez que el único principio era el sintáctico-Iógico, o sea la tendencia asociativa fundada sobre las unidades gramaticales, no había motivos para seguir hablando de no coincidencia. […] Se descuidaba todavía al elemento específico que hace del vers libre verso y no prosa. Además este elemento tendría que haber sido atribuido a factores de serie diversa: a un particular, seleccionado léxico poético, a procedimientos de agrupación sintáctica particular de la poesía, y otros similares. Aquí, por cierto, toda línea demarcatoria entre verso y prosa artística llegaba a desaparecer. La eliminación del ritmo como factor principal y subordinante lleva a la destrucción de la especificidad del verso y por lo tanto subraya una vez más su papel constructivo dentro del verso mismo.[…] En la rima, como factor del ritmo, podemos advertir dos momentos: uno progresivo (pimer elemento rimado) y otro regresivo (segundo elemento rimado). A semejanza del metro, la rima se delimita como resultante de una anticipación dinámica progresiva y de una solución dinámica regresiva; de tal modo depende de la intensidad del momento progresivo, en igual o quizá mayor medida que del momento regresivo. Por esto es que la rima está sujeta a muchos factores y antes que nada a la sintaxis.» [I. Tinianov: El problema de la lengua poética. Bs. As.: Siglo XXI, 1972 (Trad.: Ana Luisa Poljak)] »Reim ist bloss ein wortspiel wenn zwischen den durch den reim verbundenen worten keine innere verbindung besteht. […] Freie rhythmen heisst soviel als weisse schwärze • wer sich nicht gut im rhythmus bewegen kann der schreite ungebunden. […] Strengstes maass ist zugleich höchste freiheit.« [S. George: Über Dichtung] «JE m'abandonne à l'adorable allure: lire, vivre, où mènent les mots. Leur apparition est écrite. Leurs sonorités concertées. Leur ébranlement se compose, d'après une méditation antérieure, et ils se précipiteront en groupes magnifiques ou purs, dans la résonance. Même mes étonnements sont assurés: ils sont cachés d'avance, et font partie du nombre. MU par l'écriture fatale, et si le mètre toujours futur enchaîne sans retour me mémoire, je ressens chaque parole dans toute sa force, pour l'avoir indéfiniment attendue. Cette mesure qui me transporte et que je colore, me garde du vrai et du faux. Ni le doute ne me devise, ni la raison ne me travaille. Nul hasard, mais une chance extraordinaire se fortifie. Je trouve sans effort le langage de ce bonheur; et je pense par artifice, une pensée toute certaine, merveilleusement prévoyante, aux lacunes calculées, sans ténèbres involontaires, dont le mouvement me commande et la quantité me comble: une pensée singulièrment achevée.» [P. Valéry: «L’amateur de poèmes», en Album de vers anciens. Milano: Fabbri Editori, 2000, p. 104-107.] «Il poeta d'oggi ha dunque avuto per prima preoccupazione quella della riconquista del ritmo; ma come andava riconquistato, riconoscendo l'importanza della forma. Per risvegliare l'innocenza, egli non ha negato la memoria. Ha ascoltato il verso più antico e di sempre, perché esprime la fatalità stessa d'una lingua. Questo verso non si poteva mutare senza portare la morte nel corpo d'una lingua, la cui vita non è d'un giorno, ma di secoli. Ma il poeta moderno ha portato in ogni momento del verso una tale intensità e un tale silenzio che veramente il ritmo si liberava finalmente della sua vecchia polvere. A quel modo il poeta tornava a sentire nel verso il passo, l'affrettato palpito, il trattenuto respiro: il ritmo, la natura. Che cosa sono dunque i ritmi nel verso? Sono gli spettri d'un corpo che accompagni danzando il grido d'un'anima. Così il poeta ha di nuovo imparato l'armonia poetica, che non è un'armonia imitativa, poiché è indefinibile, ma è quell'aderire nella parola, con tutto l'essere fisico e morale, a un segreto che ci dà moto. È quanto gli ha permesso di farsi un'idea più umana, meno romantica, della macchina e della memoria. La macchina ha richiamato la sua attenzione proprio perché racchiude in sé un ritmo: cioè lo sviluppo d'una misura che l'uomo ha tratto dal mistero della natura — che l'uomo ha tratto da quel punto dove è venuta a mancargli l'innocenza. La macchina è una materia formata, severamente logica nell'ubbidienza d'ogni minima fibra a un ordine complessivo: la macchina è il risultato di una catena millenaria di sforzi coordinati. Non è materia caotica. Cela, la sua bellezza sensibile, un passo dell'intelletto. Cosí, nell'uso del verso, cercando d'imparare a mettere in moto gli arti delicati, le leve immateriali d'una macchina suprema, il poeta italiano torna a riconoscere che si mette in grado di ascoltare, nel proprio ritmo, i ritmi a mezzo dei quali all'orecchio dei padri era persuasiva la musica dell'anima — la música che porta a quel punto dal quale, sciogliendosi nel mistero, la poesia può, nelle volte rare della sua perfezione, illustrarsi d'innocenza. » [G. Ungaretti: «Ragioni d'una poesia», en Vita d'un uomo, Tutte le poesie. Milano: Arnoldo Mondadori Editore S. p. A., 2001, p. LXXVI-LXXVII.] «En el presente libro, el ritmo del verso es considerado sobre el mismo principio que el de la música o el canto. En todo verso se reconoce la presencia de un período rítmico equivalente al compás musical. El elemento que marca períodos o compases es el apoyo dinámico de la intensidad. […] El poema se desarrolla como una serie de períodos alternos interiores y de enlace sobre una base aproximadamente uniforme de la medida del tiempo, determinada por la regular sucesión de los apoyos del acento. La sensación del ritmo se mantiene en el verso libre mientras el efecto de esa regularidad no es oscurecido por la excesiva desproporción de las medidas silábicas. […] El examen de las manifestaciones del verso en el largo proceso que aquí se tiene en cuenta impide encerrar su concepto en una estrecha definición sometida a medida de sílabas, ajuste de acentos y correspondencia de rimas. Basta representarlo como serie de palabras cuya disposición produce un determinado efecto rítmico. La base esencial del ritmo del verso son los apoyos del acento espiratorio. […] La línea que separa el campo del verso del de la prosa se funda en la mayor o menor regularidad de los apoyos acentuales. El lenguaje adquiere forma versificada tan pronto como tales apoyos se organizan bajo proporciones semejantes de duración y sucesión.» [T. Navarro Tomás: Métrica española. Madrid-Barcelona: Guadarrama, 1974] «Determina el carácter del verso español el hecho de que pertenece al sistema de la métrica románica; sus elementos constitutivos son: acento de intensidad, pausa métrica (final de verso y de hemistiquio), cesura (en los versos cuya naturaleza así lo requiere), y finalmente, con cierta limitación, número fijo de sílabas.» [R. Baehr: Manual de versificación española. Madrid: Editorial Gredos, 1962, p. 22.] «El metro, o número de sílabas que posee un verso, tiene importancia excepcional en la versificación regular o silábica, que es la mejor conocida y la más usual a lo largo de toda nuestra métrica; se fundamenta, precisamente, en la agrupación de versos de un número determinado de sílabas. A la versificación regular o silábica se contrapone la versificación irregular o libre, en la que el número de sílabas es totalmente indeterminado, pero que puede manifestarse bajo un cierto ritmo acentual (versificación rítmica) o bajo agrupaciones periódicas de ciertos grupos fónicos (versificación periódica).» [A. Quilis: Métrica española. Madrid: Ediciones Alcalá, 1969, p. 39.] «Para determinar los elementos que separan el verso y la prosa, es metodológicamente ventajoso partir de los versos que parecen prosa, o sea, en los cuales hay un mínimum de condiciones o características que definen un enunciado lingüístico como verso. En ellos es relativamente fácil detectar los elementos que separan el verso de la prosa y que son indispensables para que el verso sea percibido como tal. […] Los versos son unidades con organización análoga en el sentido de que en cada verso de la serie se repite determinado elemento característico de la unidad precedente (no es necesariamente un solo elemento; pueden ser varios) susceptible de despertar (o mantener) en nuestra conciencia el impulso métrico. El elemento portador del impulso métrico puede variar según el sistema versal, y es hasta cierto punto convencional. Hay versos en que el impulso métrico consiste, sencillamente, en determinada cadencia, o en la rima; en otro aparece, además, la expectativa de que la unidad (verso) siguiente tenga igual número de sílabas y eventualmente igual repartición de los acentos léxicos (y de los grupos de intensidad). […] La enunciación versificada difiere, pues, de la prosaria, en dos puntos esenciales: 1º Cada verso se percibe como un todo (una entidad, una integridad) sui generis. 2º En la percepción del verso interviene, como factor imprescindible, el impulso métrico (sin él, el verso no podría ser percibido como tal). El impulso métrico se produce gracias al hecho de que en una serie de versos aparecen, repetidos sistemáticamente, determinados elementos fónicos. Esta organización intencional de elementos fónicos, que tiene forma de repetición, se llama ritmo. […] La reiteración sistemática en el tiempo, característica del ritmo, obedece en el verso a cierta norma, que llamamos metro. El ritmo de un poema (de cada verso del poema) es una realización de la norma. Para descubrir el metro de un poema analizamos primero el ritmo de todos sus versos, uno tras otro. Después, por vía de abstracción, llegamos a establecer el metro como una norma ideal, un esquema, que cada uno de los versos realiza, pero no siempre y necesariamente en forma completa, íntegra.» [O. Belic: Verso español y verso europeo. Introducción a la teoría del verso español en el contexto europeo.. Santa Fe de Bogotá: Publicaciones del Instituto Caro y Cuervo, 2000, p. 38-39, 45, 74.] (Sobre la cesura) «Quizá ninguna poesía del Novecientos confía tan conscientemente su ritmo al freno de la cesura como la de Penna. Es más, el poeta ha agotado tan sólo un dístico, un tratamiento de la cesura sin parangón en ningún tratado de métrica: Io vado verso il fiume su un cavallo che quando io penso un poco un poco egli si ferma. El caballo a lomos del que viaja el poeta es, según una antigua tradición exegética del Apocalipsis de san Juan, el elemento sonoro y vocal del lenguaje. Orígenes explica al comentar el Ap. 19.11, en el que el logos es descrito como un caballero ‹fiel y veraz› que cabalga sobre un caballo blanco, que el caballo es la voz, la palabra como pronunciación sonora, que ‹corre con más brío y más velozmente que cualquier corcel› y que tan sólo el logos vuelve inteligible y clara. […]» [G. Agamben: Idea de la prosa. Barcelona: Península, 1989.] «Todos los institutos de la poesía participan de esta no coincidencia, de este cisma de sonido y sentido: la rima no menos que la cesura. Porque ¿qué es la rima, si no el despegarse de un evento semántico, que induce a la mente a exigir una analogía de sentido allí donde no puede hallar sino una homofonía? El verso es el ser que se mantiene en este cisma, un ser hecho de murs et paliz, como quería Brunetto Latini, o être de suspens, según las palabras de Mallarmé. Y el poema es un organismo que se forma en la percepción de límites y terminaciones que definen, sin coincidir nunca completamente, y casi en un discontinuo altercado, unidades sonoras (o gráficas) y unidades semánticas. […] …pero el verso es, en todo caso, una unidad que encuentra su principium individuationis solamente en el final, que se define únicamente en el punto en que termina. He propuesto en otra parte llamar versura, término latino que indica el punto en que el arado se vuelve al final del surco, a este trecho esencial del verso que, acaso por ser demasiado evidente, ha permanecido sin nombre entre los modernos. Por el contrario, los tratados medievales nos muestran su relevancia. […]» [G. Agamben: «El final del poema», en Revista El Banquete, Año 1, Nº 1, octubre 1997.] |
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