FRACTALES O LA CONJUNCIÓN RIGUROSA DE TRADICIÓN Y MODERNIDAD
Por Roberto Retamoso
La portada hipermedial de Fractales inscribe, al modo de subtítulos, dos enunciados que especifican claramente el contenido de esta nueva obra de Héctor A. Piccoli: el primero la define como obra en progresión, mientras que el otro la caracteriza como fundamentos de una ciberpoética. Convendría, por consiguiente, detenerse en tales enunciados, para tratar de analizar los sentidos implicados por ellos.
Fractales se presenta como obra en progresión porque apuesta a la no conclusividad, al carácter de obra abierta que, al tiempo que admite la posibilidad de participación de sus lectores en la reconfiguración constante de su texto, anticipa su sentido de proceso en desmedro de la imagen de una escritura cristalizada. Así, Fractales se concibe esencialmente como un quehacer, lo cual no significa, como es obvio, que no se piense al mismo tiempo como un resultado o producto del mismo: la particularidad de ese resultado está dada, en todo caso, por su provisoriedad y su carácter mutante, en los que se revela el sentido de desenvolvimiento continuo que signa a sus manifestaciones.
Esa provisoriedad y esa mutabilidad, a su vez, encuentran sustento o soporte en la escritura electrónica, cuyos recursos significantes y comunicacionales son puestos al servicio de la realización de la obra: de ahí el subtítulo que dice fundamentos de una ciberpoética. Fundamentos, entonces, de una poética basada en la cibernética, es decir, en una tecnología informática que provee de los mecanismos operativos para el procesamiento de textos más sorprendentes y eficaces que podamos imaginar. Fundamentos, además, no sólo de una nueva perspectiva teórica en la concepción del discurso poético, sino también, y especialmente, de su práctica: por ello, Fractales se lee como una verdadera realización de esa ciberpoética, que ejecuta plenamente las posibilidades constructivas de la escritura electrónica.
De todos modos, semejante asunción de las posibilidades que ofrece la tecnología más avanzada para el procesamiento de textos no implica, en absoluto, desembarazarse de las tradiciones más valiosas de la poética en tanto que disciplina teórico-práctica. Por el contrario, lo que Fractales persigue es el rescate de dichas tradiciones, para actualizarlas -en su doble acepción de volverlas actuales y ponerlas en acto- por medio de los recursos e instrumentos que esa tecnología brinda a los practicantes contemporáneos del arte poético.
Por tal razón, la obra consta de diversas partes, cada una de las cuales coadyuva a dicha actualización desde diversos registros y funciones. Así, Fractales incluye un Manifiesto fractal, en el que su autor se pronuncia claramente acerca de estas cuestiones. En ese manifiesto, Piccoli sostiene que ha llegado el momento de repensar la esencia rítmico-musical del verso, o, en otros términos, de volver sobre sus constituyentes fundamentales. Porque si hay una esencia del metro, ella no puede ser otra que la que determinan sus aspectos fónicos y rítmicos que, al modo de una musicalidad inherente a su propio ser, se muestra como el sustrato inevitable donde se yerguen las manifestaciones poéticas del sentido.
Ahora bien: en la perspectiva del Manifiesto fractal, la asunción de esa esencia resulta inescindible respecto de un cierto saber, muchas veces ignorado por quienes pretenden practicar el arte de la poesía. Por ello, su texto afirma asimismo que el resurgimiento de la poesía es impensable sin la reformulación de una poética. Y si esa proposición supone por un lado reponer ese saber milenario que codifica y transmite las formas de una tekné poietiké, por otro lado supone utilizar los instrumentos más avanzados en el desarrollo de dicho saber. Es por eso que el manifiesto sostiene que en «Fractales» proponemos un trabajo con el ordenador, si no la más importante, seguramente la más versátil de las herramientas jamás poseída por el hombre, para precisar seguidamente que no somos cultores ciegos de «la máquina»…, pero negamos la falsa oposición hombre / máquina y despreciamos la ciencia-ficción que pregona la novela ominosa de su supuesto antagonismo. En ese orden, el manifiesto continúa diciendo: Dudamos del sentido en que se afirma que las máquinas dominarían el sentido: cuesta imaginar algo más opuesto al binarismo que el lenguaje humano (ni qué decir, si del poético se trata), pero fundamos el trabajo allí donde la herramienta se revela como más maravillosa: en el escrutinio, los paradigmas, las permutaciones, la celeridad y la memoria.
De manera que la propuesta programática es clara y acotada, al definir las funciones donde la herramienta revela sus extraordinarias posibilidades, relacionadas todas ellas con la combinatoria que está en la base de cualquier enunciado poético. Esas posibilidades son expuestas de dos modos en el interior de la obra, que determinan otras dos partes de ella. Una de esas partes está dada por un poemario, que constituye lo que podría considerarse el cuarto libro de poesía de Héctor A. Piccoli. Si bien no podemos, por razones de espacio y de tiempo, comentar exhaustivamente el texto de dicho poemario, querríamos de todos modos señalar algunas de sus características más relevantes. Una de ellas consiste en el uso riguroso de los metros y figuras que atesora la poesía en lengua española, como si se tratara de exhumar un código de formas cuya vigencia se revela no sólo posible sino además necesaria. De ese código se puede afirmar, incluso, que la escritura poética de Piccoli recupera específicamente una zona, la de la poesía barroca. De ella toma, notoriamente, las formas discontinuas y no-lineales de una sintaxis que se lee siempre como proliferación y arborescencia, y un repertorio de figuras características que sobreimprimen sus formas sobre el fondo convencional de la lengua, a la manera de una sobrecodificación discursiva cuyos sentidos inevitablemente se cierran frente a los gestos hermenéuticos habituales.
De todas maneras, esa modalidad textual no cobra el carácter de una mera repetición -lo cual denunciaría su deplorable anacronismo- sino el de una reinscripción estilística en un contexto discursivo y cultural absolutamente contemporáneo. No es casual, en tal sentido, que se haya rotulado a la poesía de Piccoli como neo-barroca, si con ello se pretende significar una modalidad del discurso poético que en nuestros días insiste aunque al precio de su adecuación al presente. Barroco contemporáneo, podría decirse entonces, para designar un estilo que inexorablemente habla del mundo actual.
Al nutrirse de ese antiguo horizonte textual, la poesía de Piccoli recupera además otras vertientes, que le permiten conectarse tanto con las formas cultas como con las formas populares de la poesía española tradicional. Por ello, sus poemas utilizan ciertos metros de arte mayor como el endecasílabo y el alejandrino, o metros de arte menor como el octosílabo. Y si con los primeros compone textos netamente líricos, en los que el poeta enuncia el cúmulo de imágenes que dan cuenta de su singular percepción del mundo, con los segundos compone textos por momentos satíricos o jocosos, donde al mofarse de lugares, personajes y situaciones absolutamente contemporáneos, no deja de evocar esas voces ancestrales que, en la etapa áurea de la poesía española, hacían de la burla o el escarnio las formas discursivas que provocaban la trepidación de todo lo instituido.
Limitados a su presentación textual convencional, en tanto que notación gráfica, los poemas de Fractales no difieren de cualquier texto impreso de manera tradicional. Pero lo que los diferencia profundamente de los textos meramente impresos, es el dispositivo informático que permite operar sobre ellos utilizando los procedimientos característicos de la escritura electrónica. Porque los poemas de Fractales se hallan acompañados de un conjunto de módulos instrumentales y de modelos poéticos que permiten un fabuloso tratamiento informático de su textualidad.
De manera que esos instrumentos constituyen la otra parte de la obra donde se revelan las extraordinarias posibilidades que representa el trabajo con el ordenador. En el caso de los módulos instrumentales, se trata de sendos analizadores de metros - endecasílabos y alejandrinos- que permiten reconocer las características silábicas, tónicas, fónicas y morfológicas de los versos en cuestión. En el caso de los modelos poéticos, a su vez, se trata de diversos paradigmas textuales que permiten la generación de textos a partir de matrices métricas, sintácticas y retóricas que, operando sobre el eje de la selección de las unidades verbales, posibilitan su articulación múltiple a nivel del eje de la combinación de los constituyentes del enunciado.
En ambos casos, módulos y modelos se proponen accionar a partir de los textos que componen el poemario que incluye Fractales. Pero ese accionar no agota sus posibilidades, ya que pueden utilizarse para analizar otros metros y generar nuevos poemas, por lo que constituyen un instrumento extremadamente potente. Ya sea por las inmensas posibilidades de codificación de opciones virtuales que implican, como por las cuasi ilimitadas posibilidades de ejecución de tales opciones que representan, los módulos instrumentales y los modelos poéticos contenidos en Fractales se convierten, inevitablemente, en herramientas valiosísimas para el estudio y la práctica de la poesía.
El valor de esos recursos está dado, obviamente, por la construcción de un complejo dispositivo de análisis y producción de enunciados poéticos, que utiliza las herramientas de la cibernética para reconocer o identificar las singulares articulaciones de sus manifestaciones verbales. Desde esa perspectiva, Fractales representa una de las aplicaciones más logradas de la tecnología contemporánea en el intento de realizar una literatura cuyo soporte ya no sea el texto impreso sino el texto electrónico. Ese cambio de soporte, notoriamente, lejos de representar un alejamiento respecto de las manifestaciones prístinas de la poesía, representa una suerte de retorno a todo aquello que desde siempre constituye la esencia misma de lo poético.
Por tal razón, Fractales se ofrece como un aporte significativo al proceso de resurgimiento de la poesía que reclama su manifiesto, y al que concibe impensable sin la reformulación de una poética. Proceso que, para efectivamente realizarse, requiere de la participación de múltiples agentes e instituciones: poetas y lectores, pero también maestros y discípulos, profesores y estudiantes o críticos y público, como asimismo escuelas, facultades, periódicos, editoriales e incluso organismos estatales de cultura, educación y difusión.
La extensión y la heterogeneidad de esa serie pueden hacer suponer lo utópico de semejante aspiración, pero en realidad prueban lo contrario, puesto que se trata de numerosos lugares y agentes donde las prácticas informáticas se encuentran instaladas. Por tal razón, es de esperar que la presentación de Fractales sea visualizada por ellos como un medio sumamente idóneo y valioso para el ejercicio, la enseñanza y el estudio de la poesía. Digamos, finalmente, que Fractales se encuentra abierto a todas las escrituras de quienes, al compartir sus intereses y aspiraciones, deseen participar de su construcción permanente. Es de desear que esta convocatoria encuentre respuestas concretas, para hacer de Fractales una empresa poética colectiva que, lejos de diluir la producción poética individual, la integre en un proyecto -un programa- capaz de potenciarla, proyectándola en el universo simbólico de la cultura y el mundo por venir.