Glosa de «El
Mar» de Héctor A. Piccoli
por Tadeo P. Stein
Alimenta tu
sílaba el bramido
seductor que entre oleadas deshilvana
de la costura de la espuma cana
la luz donde no habita el olvido.
Tal vez
la sed del canto haya nacido
en la orilla de barcas donde vana
la
quietud de la tierra se desgrana
para surcar la sal de tu sonido.
La hora
olvidaría que me augura
la onda onírica del verso amado
si cesara tu acento gongorino.
Lenta,
muy lenta, ella me apresura
a fértil sondear alucinado
el mar, tu Mar, ¡ah!, errante peregrino.