a mi padre i.m.
Un puente entre los cortes del hacha,
los rieles del taco que pulen leña en otra fila,
eco sin hilo donde ha de crecer en redoble seco,
cierto abandono secreto de la minoridad :
la campanada carente de tu orfandad,
ajena para siempre a la mía.
Ah... de las tierras aquéllas entre Zapatas,
una y otra vez tendidas
para desdecir las pujas entrerrianas,
o para alabar el advenimiento del jazmín
con la vivacidad evanescente del aroma
venerado en silencio dulcísimo,
a contraluz de tu amor,
allí, realmente extendido,
ciñéndose al abrigo de aquellas ramas,
de las brasas en alta crepitación
que eran mi íntima coyuntura sesgada...
Viandas como vendas, las más hondas de mi herida,
que cuidabas, me doy cuenta,
con feérico y prolijo instrumento.
Voy, todavía, hacia los perfiles
del recuerdo que espera su remate justo,
la canción atenta
al tono airado de las lágrimas.
Si es que ellas admiten
agonía hacia los flancos,
hasta el extremo de las duras aristas del trazo
en las alfombras de arena vistas en Antigua,
“ parásitos ” del duraznero
que, según decías, jamás pudiste curar:
aérea fugacidad con que te embriagaba
el alzamiento de las ficciones, y construíamos
portales áridos para el cielo ;
nuestra pena escindida
como si ella fuera el único amparo,
por fin mordido entre las piedras:
cada una con sus bordes,
cada una, con la crueldad más pura
y el brío de los costados...
a la fragilidad de Antonina
El desnivel en el bordado, dime , ¿ de quién es ?...
de quién el camino real con el que la locura
trazara la fijeza móvil del ribazo :
cierta suspensión diamantina de la luz
contra los torrentes del dolor ,
la danza sorprendentemente ágil de aquellos patos ,
de su nado pardo y sincopado , engarzado
en el recodo de las plumas del cielo ...
¿ o era sólo la otra parte que temblaba en el paso ,
un ala de ceniza sagrada , el salto leve
del desvelo afilado en el vuelo ?
Ah ... de la permanencia de la arena
sobre el silencio del barco ,
ay ... de aquella precisión imperturbable
en los arcos de la pendiente tan lejana ,
vuelta gracia extrañada de sí en el algarrobo negro
que era ternura ilimitada de toda criatura aterida :
esplendor de tu cadera ciertamente quebrada , Antonina ,
de tus ojos puntualmente agradecidos , allá ,
en la dulzura extrema del afuera , cuando la noche
sólo nombrara intermitentemente el reverso del rocío ,
o las islas , o una candidez tan vana ,
tan abierta... tan plena ...
He allí un camino extenso con su ala en falso
y el anaquel primoroso que fuera azul
como duna de sal iridiscente
entre teatros variados y libros angélicos de Char :
tejo de fuego con que habitar
algunas lucecitas breves del infierno ,
o desviar el peso del taco y la exactitud del final .
En esa presencia diáfana de formas y voces ,
voy detrás de la Torre de Belén ,
más allá de los almacenes antiguos
que en Lisboa confieren al río la fuerza
del agua regia
cuando irrumpe un trazo de rara violencia ,
o surge este color abierto
en la dimensión inquebrantable del horror
aliado a la belleza.
Desde tan lejos, se ha sembrado también para mí,
esta dicha austera, este cielo intenso
pleno de cotidianeidad :
un viento elongado e inerme
que nos agitara , hermana , una vez más,
para que fuéramos capaces de comportarnos así,
- según dijiste – mientras jugábamos
a “ ser dos viejitas caminando en el crepúsculo ” ...
Con el rumor de ese hilo amoroso que me teje por dentro
sé de la urdimbre frágil - por tenaz - del deseo :
veo los gatos alentados por el celo ,
mientras una frase de musicalidad intermitente
circula entre nosotras como la dulzura ignota
o el polen áureo en el desliz
de otro domingo furiosamente desnivelado
por dos peregrinos libres en el aroma a romero,
felizmente empecinados tras un rumbo
que pudiera parecerse en algo a la eternidad .
Soy, entonces, el cabestro marcado
en la fiesta de San Fermín ,
próxima a la firmeza de tu paso sereno
entre tanto abismo elocuente ,
empellones , feria y desasosiego .
otra vez hacia fuera , y siento que nazco allá ,
donde nos faltara, aún, cordón en la oscuridad
o sólo restara la dimensión genuina del canto
con números templados y plantados casilleros :
rayuela a la que alguna vez diste el nombre
de “ palita con que cavar muy despacio
en la tierra más alta de las ideas ” ;
un tajo valiente entre el grataeus y las flores ...