El proteo se esfuma en intrincada gruta
y me invitó
a estar solo con él en la penumbra
y con su dios.
A este dios no puede verlo;
pues ciego es él.
En penacho branquial halla su aliento,
color de clavel.
Cuentos exalta, extrañamente endentados,
los vuelve y vuelve al revés,
me los ofrece y no sabe explicarlos;
por su mudez.
Se vertió agua servida en derredor
de aquél que silencian ojo y boca,
mas siente a un compañero de aflicción mayor,
que hacia él se dobla.
El que su crïatura arrebatara a cïelos,
le entró,
para con las tinieblas estar en el hüeco
solos los dos.
De sofocante gruta se desliza el proteo
en claro hechizo,
y se irguió de súbito por su dios luciendo,
que era el mío.